Evo Morales llegó a la política sólo porque quería defender lo que él consideraba era el derecho de los cocaleros del Chapare a seguir cultivando sus parcelas ilegales. En seis años ha demostrado que no sabe hacer otra cosa. Pero ha caído en la tentación de pretender abrir para sus bases un nuevo territorio en el que puedan expandir sus cultivos. Lo ha hecho con mucho empeño, sin percatarse que estaba sembrando su derrota. Y la de sus bases. Su propósito de abrir el TIPNIS y habilitarlo como el segundo Chapare ha sido un muy mal cálculo político. Era muy difícil que lo advirtiera, porque él no es un político, es solamente un dirigente cocalero que –lo repite con frecuencia– todavía no entiende cómo llegó a ser presidente del país. (Y el país lo entiende cada vez menos). Al amenazar al TIPNIS con tanto empecinamiento, y al despertar la resistencia de los indígenas de la zona, ha provocado la peor derrota histórica de su causa. Ha conseguido que los bolivianos, con la única excepción de los cocaleros, y sólo de los del Chapare, se pongan del lado de los indígenas del TIPNIS. Y en contra de todos los cocaleros. Fue un mal cálculo. El cocalero creyó que con su 53% original podía solamente pelear por retener –y legalizar– los cocales del Chapare, pero que con su 67% posterior podía aspirar a más. Sus ambiciones políticas se miden en extensión de cocales, en hectáreas de cultivo de la hoja. Ese es su sistema de medidas, en la política y en la vida: en “catos” de coca. Y esa área extra, creyó el caudillo, podía ser un nuevo territorio, el que abriría para sus bases del Chapare, o los hijos de sus compañeros, para que lo recuerden como el líder que ambiciona siempre más. Pero la realidad creada por el descontrol del cultivo de cocales en otras áreas comenzó a actuar como un monstruo que aterroriza a los bolivianos. La secuencia coca-cocaína-mafias-violencia-inseguridad viene a conspirar contra el caudillo y convierte el TIPNIS en el nuevo vector de la política boliviana. Las encuestas de radio FIDES muestran que 75% de los paceños no quisieran que Morales tengan un tercer mandato en la presidencia, 76% de los sucrenses y 85% de los tarijeños. Lo único nuevo que ha ocurrido desde los resultados del revocatorio en el país, capaz de cambiar de semejante manera la preferencia del electorado, es el TIPNIS. El espejismo creado por los precios internacionales de las materias primas que el país exporta podía haber jugado del lado del caudillo, pero no fue así. Ahora, como en un milagro que los opositores no logran entender, porque nada hicieron para que se diera, el país ha decidido descartar al caudillo, porque lo identifica con la pesadilla provocada por la droga. Es difícil saber cuánto demorará el desenlace de esta saga política, tan diferente a las que tuvieron los bolivianos hasta ahora. Pero está muy claro que la página abierta en 2006 ha quedado para la historia..
Fuente: eju.tv - La derrota del caudillo
http://eju.tv/?p=219414
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