La mejor defensa es el ataque? Furibundos, nerviosos, apenas respirando; desde el capo mayor hasta el ínfimo cocani del Chapare, todos, a una voz han dicho que lo de los verde-olivos es un golpe. ¿Será? Vaya si lo fuera. Así supieran cómo duele eso que tanto ejercitaron ellos contra otros. Si a plan de golpe están donde están. No hay por qué extrañarse ni rasgarse las vestiduras. Además, solo el golpe que fracasa es golpe; el que resulta victorioso es revolución, revolución democrática y cultural.
La historia de los “golpes” sería un tanto cuando interesante. Una monografía con esos hechos parece que aún nadie ha escrito. Es un tema pendiente en la tarea de los cronistas, historiadores y novelistas; incluso de los humoristas. Se integraría a lo que varios escritores han dado en llamar “literatura boliviana de no ficción”, porque aquí todo es realismo crudo; hasta lo que no parece que fuera así.
Algunos son bastante originales, como para ir a una antología directamente. Hay golpes y golpes, claro que sí. Ayer era de la izquierda contra la derecha; ahora es de la derecha contra la izquierda. Banzer los llamaba “delincuentes políticos” a sus adversarios; ahora Evo llama delincuentes a los que huyen de la tiranía. En un contexto parecido al de hoy, la miopía política le impidió a Goni advertir la tormenta. Venía sonando y dijo que solo eran cuatro gatos. Amigo lector: ¿a quién ha escuchado decir ahora lo mismo?
El fantástico Jano (el de la doble faz) está a la vista nuevamente. Es la cara del otro lado de la luna; el empedrado del cojo, el cántico de “yo no fui”, del que esconde la mano después de tirar la piedra; del pobre que oficia de magnate o del magnate que simula ser pobre.
Originarios con pinta y apellido de oligarca o neoliberal; mercenarios indigenistas a morir. En fin, en el septenio que corre hubo un intenso cambio de papeles y de actores. ¿A quién se le habría ocurrido inventar el “proceso de cambio”? Es una maravilla.
Pero así y todo, no hay nada como la derecha para asustar. Imagínese el lector, todos los males que padece Bolivia dizque es obra exclusiva de ella. Por lo que parece, aquella se ha ido amoldando a la horma del zapato plurinacional. Tanto, que hasta los ponchos rojos y los jacobinos la llevan entre ceja y ceja, que es mucho decir. Va adonde aquellos van; los persigue sin tregua; la encuentran hasta en la sopa. Sin la derecha, ni los policías se rebelarían contra la miseria y la pobreza; ni el jefazo estaría más en el aire que con los pies sobre la tierra.
Es la autora intelectual del gasolinazo; la que ordenó la masacre a indígenas en chaparina; la que siempre lleva más leña al fuego; la que enfrenta mineros con mineros; la que tiene por aliado externo al Imperio, la que...¡Todo hace la derecha! El inventario completo de su accionar sería interminable; ni hace falta. El movimiento policial de estos días es una buena muestra de cuanto puede hacer la derecha, que es algo superior a las cosas de Ripley y de Mandrake, el mago.
El autor es pedagogo y escritor
El autor es pedagogo y escritor
No hay comentarios:
Publicar un comentario