Mientras dure la fiesta y haya trago, comida y baile nadie escuchará las voces que advierten del derroche que se está haciendo. Cuando leo interesantes artículos que explican el comportamiento de la economía y su tendencia, señalando y apuntando la ausencia de políticas que refuercen la inversión a mediano y largo plazo, el gasto desmesurado que crece, mientras los ingresos son gasíferos – dependientes, la declinación en la producción de hidrocarburos por falta de inversión y otras verdades me digo que son voces al viento.
En efecto, sectores empresariales que ven crecer sus negocios junto con sus utilidades consideran la situación actual como buena y brindan su apoyo político al gobierno, el comercio aumenta, la construcción de viviendas de lujo es cada vez mayor, las ciudades de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz cambian su rostro, los trabajadores reciben doble aguinaldo, el 30 por ciento de la población se beneficia con bonos de asistencia Estatal, todo es una fiesta, financiada con dineros provenientes de nuestros recursos naturales no renovables, así que hacer esfuerzos por advertir el derroche y pedir que se guarde pan para mayo, se convierte en una especie de catarsis personal antes que un mensaje a la conciencia social.
¿Cómo hacer entender, en medio de la borrachera masista- empresarial que nadie cuida los bolsillos ajenos como cuida los propios? Es tan sencillo gastar a troche y moche cuando el dinero es de los otros, pero bueno no quiero caer en mi propia crítica y tratar de ser equilibrado entre tanto mareado.
El problema no es económico, al menos en el corto plazo. Es político. No hay alternativa al derroche. Quiero decir no hay un programa y oferta que atraiga la atención de los fiesteros. Y los que ofician de oposición, vienen confeccionando un movimiento para la ocasión. Siguen el ritmo del baile y hablan también de lo plurinacional, de sostener un estado indígena con autonomías cortejando la verborrea paranoica del M.A.S.
Recuerdo los años setenta, cuando el General Banzer se aprestaba a fundar Acción Democrática Nacionalista, iban a la arena política con las ideas claras y con ofertas que no dejaban dudas acerca de lo que pensaban sobre el rumbo que debía seguir el país, y a Marcelo Quiroga Santa Cruz como la contra postura que definió un programa socialista que tampoco dejaba dudas sobre la visión que tenía para Bolivia. El proceso electoral de esos años, los dejó a ambos en la cabeza de las definiciones, su crecimiento político fue definitivo y las poses centristas del MIR y el MNRI perdieron apoyo social.
Hoy día tenemos un gobierno de ex sindicalistas, cocaleros y parcelarios (Silvia Rivera) y alrededor de ellos a sectores sociales embriagados, pero una oposición con ideas claras y programa alternativo no se observa hasta ahora y esto es lo que se necesita: liderazgo fuerte, alternativo, sin complejos y sin miedos, contestatario y con un programa que deje dudas acerca del camino correcto que debe seguir Bolivia lejos de ese pluralismo centralista, racista y derrochador.
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