La Justicia boliviana nunca había estado en peores condiciones y prueba de ello es que parecen incontenibles las supuraciones del tumor maligno que la mantiene en estado terminal.
El hedor interior parece insoportable para quienes tienen la tarea de legalizar todas las acciones del Estado Plurinacional, que no ha dejado de "meterle nomás" hasta colocar a la Justicia en calidad de un gigantesco aparato de persecución y de validación de actos dolosos de los operadores del régimen que contravienen las más elementales garantías del Estado de derecho.
La situación ha llegado a provocar pugnas internas dentro de las máximas autoridades del Órgano Judicial, al punto de precipitar la renuncia del presidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Gonzalo Hurtado, quien ha sido reemplazado por Jorge von Borries, un alto magistrado que ha afirmado en varias ocasiones que la justicia boliviana está peor que antes y en consecuencia, promete hacer cambios que ayuden a recobrar la credibilidad.
La situación tambaleante de la justicia abarca también al Tribunal Agroambiental, al Consejo de la Magistratura y al Tribunal Constitucional, donde se han estado produciendo disidencias internas, críticas y roces entre sus miembros, producto de las complicadas relaciones con el Órgano Ejecutivo, que pese a las críticas cargadas de cinismo, no frena la insana injerencia política en el funcionamiento y las decisiones judiciales.
Puede que sean sinceras las promesas de Von Borries, decano de la justicia boliviana y de conocida probidad como jurista, sin embargo, nadie puede asegurar que el Gobierno tenga las mismas intenciones. De hecho, el sisma actual ha sobrevenido casi inmediatamente después del cambio de la Ministra de Justicia, cuya nueva titular se estrenó con sendas críticas y anuncios de purga que no convencerán mientras no cese el manoseo de los tribunales y la burda instrumentalización de la justicia que ejecuta el régimen político dominante.
¿Cómo podría la justicia boliviana recobrar la imagen perdida? Precisamente en estos días siguen escribiéndose las páginas más espurias de los tribunales nacionales, cuando se persiste en continuar la farsa del juicio por terrorismo. La primera medida a tomar debería ser la designación de nuevos responsables de este caso, pues se ha comprobado que casi la totalidad de los agentes que llevan adelante el proceso, son individuos con negros antecedentes. ¿Se atreverán a transparentar este juicio? ¿permitirán que se aclare todo lo relacionado al fiscal Marcelo Soza y las denuncias de extorsión? ¿Dejarán que se llegue a saber todo sobre el caso Ostreicher y la banda de abogados chantajistas? ¿Revisarán el comportamiento de los jueces y el cumplimiento de las normas sobre los presos y perseguidos políticos? ¿Harán cumplir las nuevas disposiciones sobre la detención preventiva? ¿Están dispuestos a disminuir la retardación de justicia? ¿Harán lo posible para que se esclarezcan todos los hechos de violencia y terrorismo político en Porvenir, La Calancha, Cochabamba, el cerco a Santa Cruz, el hotel Las Américas, Chaparina, etc, etc.?
El trabajo es arduo pero tiene un solo nombre: injerencia política ¿Están dispuestos los magistrados a dar el primer paso para que la justicia realmente esté al servicio de la ciudadanía?.
El hedor interior parece insoportable para quienes tienen la tarea de legalizar todas las acciones del Estado Plurinacional, que no ha dejado de "meterle nomás" hasta colocar a la Justicia en calidad de un gigantesco aparato de persecución y de validación de actos dolosos de los operadores del régimen que contravienen las más elementales garantías del Estado de derecho.
La situación ha llegado a provocar pugnas internas dentro de las máximas autoridades del Órgano Judicial, al punto de precipitar la renuncia del presidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Gonzalo Hurtado, quien ha sido reemplazado por Jorge von Borries, un alto magistrado que ha afirmado en varias ocasiones que la justicia boliviana está peor que antes y en consecuencia, promete hacer cambios que ayuden a recobrar la credibilidad.
La situación tambaleante de la justicia abarca también al Tribunal Agroambiental, al Consejo de la Magistratura y al Tribunal Constitucional, donde se han estado produciendo disidencias internas, críticas y roces entre sus miembros, producto de las complicadas relaciones con el Órgano Ejecutivo, que pese a las críticas cargadas de cinismo, no frena la insana injerencia política en el funcionamiento y las decisiones judiciales.
Puede que sean sinceras las promesas de Von Borries, decano de la justicia boliviana y de conocida probidad como jurista, sin embargo, nadie puede asegurar que el Gobierno tenga las mismas intenciones. De hecho, el sisma actual ha sobrevenido casi inmediatamente después del cambio de la Ministra de Justicia, cuya nueva titular se estrenó con sendas críticas y anuncios de purga que no convencerán mientras no cese el manoseo de los tribunales y la burda instrumentalización de la justicia que ejecuta el régimen político dominante.
¿Cómo podría la justicia boliviana recobrar la imagen perdida? Precisamente en estos días siguen escribiéndose las páginas más espurias de los tribunales nacionales, cuando se persiste en continuar la farsa del juicio por terrorismo. La primera medida a tomar debería ser la designación de nuevos responsables de este caso, pues se ha comprobado que casi la totalidad de los agentes que llevan adelante el proceso, son individuos con negros antecedentes. ¿Se atreverán a transparentar este juicio? ¿permitirán que se aclare todo lo relacionado al fiscal Marcelo Soza y las denuncias de extorsión? ¿Dejarán que se llegue a saber todo sobre el caso Ostreicher y la banda de abogados chantajistas? ¿Revisarán el comportamiento de los jueces y el cumplimiento de las normas sobre los presos y perseguidos políticos? ¿Harán cumplir las nuevas disposiciones sobre la detención preventiva? ¿Están dispuestos a disminuir la retardación de justicia? ¿Harán lo posible para que se esclarezcan todos los hechos de violencia y terrorismo político en Porvenir, La Calancha, Cochabamba, el cerco a Santa Cruz, el hotel Las Américas, Chaparina, etc, etc.?
El trabajo es arduo pero tiene un solo nombre: injerencia política ¿Están dispuestos los magistrados a dar el primer paso para que la justicia realmente esté al servicio de la ciudadanía?.
La situación ha llegado a provocar pugnas internas dentro de las máximas autoridades del Órgano Judicial, al punto de precipitar la renuncia del presidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Gonzalo Hurtado, quien ha sido reemplazado por Jorge von Borries, un alto magistrado que ha afirmado en varias ocasiones que la justicia boliviana está peor que antes y en consecuencia, promete hacer cambios que ayuden a recobrar la credibilidad.
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