Varios hechos de sangre y diversos asaltos -en pleno centro urbano- han conmovido a Santa Cruz de la Sierra en los últimos días. Está visto que persiste la indefensión frente a una incontenible ola de criminalidad que las autoridades gubernamentales no pueden frenar ni contener, mucho menos prevenir. Pese a la existencia de planes de seguridad con pomposos nombres y a extensas conferencias de prensa de los responsables de brindar seguridad al pueblo, los hechos delictivos aumentan exponencialmente mientras las fuerzas policiales y la legislación permanecen igual y sin ninguna dinámica proactiva en la materia.
Las encuestas han señalado -reiteradas veces- que la seguridad ciudadana es la preocupación número uno de la población. Tratándose de un año electoral, este es un tema que adquiere especial relevancia. Pero más allá de la política o de los candidatos, está el hecho real, tangible, de una incontenible ola de criminalidad que sigue su siniestra curva ascendente. Le guste o no al señor ministro de Gobierno, lo único que hacemos en estas páginas es recoger el clamor de la gente e interpretar su miedo. Sí, miedo, todos vivimos hoy con temor. Si entramos a nuestras casas, a lo mejor hay delincuentes en ella o ya fueron robadas; si caminamos por la calle, no sabemos en qué momento algún maleante nos atracará; si andamos en vehículos, circulamos con el temor de ser interceptados en cualquier instante para convertirnos en víctimas. Las autoridades deberían tener presente que nadie anda en vehículos blindados ni con escolta policial, como ellas lo hacen cotidianamente. El ciudadano de a pie transita inerme e indefenso por doquier, siendo blanco predilecto de una criminalidad que pulula y crece como maligna espiral inflacionaria. No podemos cegarnos, no podemos negar lo que sucede frente a nuestros propios ojos. La principal ciudad del país, esta capital oriental, se encuentra prácticamente en manos de la delincuencia y con escasas fuerzas policiales, muy por debajo estas del promedio cuantitativo universal en la materia.
En pocos meses más tendrá lugar acá la cumbre de jefes de Estado del Grupo 77 + China. En paralelo con las urgentes obras a realizar, tendrá que iniciarse también un plan concreto de incremento de fuerzas del orden. Asimismo, gestar mayores durezas legales en el trato con delincuentes reincidentes y proveer mayor seguridad ciudadana en general. Una urbe acosada por el crimen no será lugar propicio para un encuentro internacional de tamaña envergadura. Las cosas tienen que cambiar pronto
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