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martes, 7 de agosto de 2012

el papel de las fuerzas armadas debe ser definido en la CPE, asuntos pendientes como el servicio militar obligatorio no están ni siquiera en el debate. otros aspectos importantes plantea LTD. (sin embargo ver nuestro Previus)


Previus: Dos elementos introdujo Evo Morales para ganarse de su parte a las FFAA. Uno. Servicio Militar Oobligatorio de un año que puede ser ampliado por razones política a dos obligatorios (Gobierno Patriótico hasta el 2025) y Dos. Jubilar a los militares con el haber ganado. Quiere decir que tanto en el servicio activo como en el pasivo, los militares tienen el mismo salario. Además Evo les ha ido asignando presupuestos cada vez más altos, merced a la venta del gas y los mejores precios en el mercado internacional, privilegio inaceptable e injusto que la civilidad aceptó calladamente. Luego está exactamente como en Venezuela, la utilización de las FFAA para meter miedo a la población. Qué persiguen los cada vez más frecuentes desfiles con todo pretexto y marchas de los militares, sus más relucientes uniformes (como en China, como en Corea del Norte) y que están provocando suspicacia en vecinos como Paraguay o Chile. Alarma más todavía la reciente proclama de García Linera en Oruro, sobre la potencia y equipamiento para obtener respeto ante el 2025, es acaso una referencia a Chile y al tema marítimo? Finalmente no se menciona el nuevo concepto de Ejército Moderno existe en estados como el de Suecia, menos ampuloso y más eficiente en la preparación de su personal en cuanto a sistemas de inteligencia y del uso de las tecnologías y armas modernas. Por lo demás coincidimos plenamente con Los Tiempos que reclama una definición principista del verdadero rol de nuestras Fuerzas Armadas.
En varias oportunidades los primeros mandatarios del país han señalado, con razón, que una deuda pendiente en la vida democrática del país es la definición del papel que deben cumplir las Fuerzas Armadas (FFAA) en este sistema y en las actuales circunstancias tanto internas como internacionales.
Pero, pese a ser reconocida, es una deuda que se mantiene y, a momentos, se profundiza, porque a la par de que hay un proceso de rearme sostenido de la institución castrense, así sea limitado en relación a otras naciones, se le asignan responsabilidades en función a las necesidades políticas del momento. Así, las FFAA deberán ayudar al proceso de desarrollo del país, a la distribución de los bonos sociales, al cuidado de las fronteras nacionales y, desde ayer, a evitar la siembra de coca en los parques nacionales a través de un “Batallón Ecológico”, es decir, volverán a participar, de esta mera, en la lucha contra el narcotráfico.
Es posible que esas responsabilidades no sean excluyentes y deban formar parte de las acciones que realicen las FFAA, pero lo cierto es que no caracterizan (ni deben hacerlo) a la institución. Es decir, el país no tiene una idea clara de lo que deben ser y hacer sus FFAA, visión que debería plasmarse en la Constitución Política del Estado (CPE), en la que, más bien, se reproducen las normas vigentes desde siempre. Es decir, es tal la incapacidad que éste y los anteriores Gobiernos han demostrado en este campo que ni siquiera se han animado a introducir en la Constitución una demanda tan sentida de la sociedad democrática como es la eliminación del servicio militar obligatorio.
Obviamente una decisión como ésa y otras deberían responder a los principios democráticos vigentes y a las demandas del país. Más bien, siempre ha prevalecido la intención de no afectar a las FFAA como un mecanismo para lograr su adhesión. Esto ha dado lugar a que primen las políticas tradicionales de cooptación –utilizando tanto métodos legítimos, como otros poco virtuosos–, de sus mandos para garantizar la estabilidad del Gobierno de turno o que pese a cumplir lo que estipula la Constitución aquellos puedan ser procesados por el cambio de inquilino en Palacio Quemando, como ha sucedido.
En este escenario, valga la celebración del Día de las FFAA, que se celebra hoy, para insistir en la necesidad de destinar esfuerzos para impulsar un proceso de creciente concertación que permita, con legitimidad, establecer qué quiere el país de sus FFAA y en función a esa definición proceder a reorganizarlas, distribuir recursos y, sobre todo, asignar claramente responsabilidades.
La historia del país nos advierte, dolorosamente, que mientras no haya una acción de esa naturaleza la preservación del sistema democrático y la defensa de la soberanía serán siempre precarias, porque se seguirá observando que los circunstanciales conductores del país deben premiar permanentemente a los mandos, sea a través del discurso o de la distribución de recursos, por cumplir esa obligación, antes que por la sólida institucionalidad castrense.
El desafío es, pues, importante y su cumplimiento beneficiaría a la sociedad, al Estado y a las propias FFAA.

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