Cuando surgen problemas, los buenos líderes buscan soluciones, los mediocres buscan pretextos y chivos expiatorios. El presidente Evo Morales y sus lugartenientes son maestros de buscar pretextos, chivos expiatorios y atacar a los mensajeros de las malas noticias. Cada problema que ha tenido la administración de Morales ha sido atribuido por él y sus allegados al odio racial, a la conspiración del imperio, de la derecha, de la Iglesia católica, de la prensa, de la oligarquía, etc.
Incluso cuando los problemas han sido causados enteramente por la ineficiencia, la ineptitud o la corrupción de sus propios funcionarios sin que medie ni la oposición ni la embajada, ni todas esas entelequias creadas para distraer a la opinión pública, el primer mandatario ha insistido en ver conspiraciones. Un ejemplo de ello es el caso Ostreicher, en el que el presidente ya anunció que ve una conspiración de Estados Unidos. Por supuesto, el presidente Morales no es creíble. Como el cuento del pastor que daba falsas alarmas sobre la presencia del lobo hasta que el lobo vino y nadie le creyó, así Evo Morales ha elucubrado conspiraciones inverosímiles tantas veces que seguramente ni sus mismos allegados le creen (aunque repitan lo que dice el ‘jefazo’).
Y siguiendo la línea de buscar pretextos y cortinas de humo, el presidente ha decidido hacer noticia estatizando empresas de distribución de electricidad, a fin de distraer a la opinión pública del más reciente escándalo de corrupción (de tantos que ha habido) que implica a altas esferas de Gobierno.
En lógica para desacreditar un argumento se debe probar que es falso; atacar a quien elabora o expone el argumento es una falacia llamada ‘ad hominem’. Esta falacia es otra forma de distracción frecuentemente usada por la actual administración.
Cuando alguien hace una denuncia contra el Gobierno nacional, en vez de investigar la denuncia, se investiga al denunciante, o mejor dicho, se lo difama, se lo ataca y se lo desacredita ante la opinión pública.
A la prensa, cuyo rol es precisamente investigar y denunciar los errores de los gobernantes, le toca recibir las constantes diatribas de Morales, que al parecer cree que quienes ponen en evidencia los actos de corrupción de su Gobierno son tan culpables y merecedores del escarnio público como quienes los cometen
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