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martes, 29 de enero de 2013

Manfredo Kempff se refiere simplemente "al poder del pulgarcito" que no la figura simpática de cuentos infantiles, sino al dedo gordo de S.E.E.M.


Este Pulgarcito al que nos referimos no tiene nada que ver con el chico tierno, sabio, y entrañable, del cuento escrito por los hermanos Grimm, y que leímos siendo niños. Hoy mis nietos leen historietas de Batman, Robin, el Pingüino, el Hombre Araña y del inmortal Superman. Pero, repetimos, este poder de Pulgarcito, no es el poder del hijito del sastre pobre, sino el poder del dedo pulgar de S.E. don Evo Morales, Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia.
Sabemos que los emperadores romanos utilizaban su dedo pulgar, en el circo, cuando luchaban los gladiadores. Si alguno caía herido y desarmado, el vencedor miraba al César y éste, en medio de un deleite morboso que surge entre los poderosos, levantaba su dedo pulgar hacia arriba para perdonar la vida al infeliz que había mordido el polvo, o más frecuentemente, bajaba al pulgar, para que el combatiente ganador, sediento de sangre, aniquilara al moribundo degollándolo. Esto producía el delirio de la plebe en las graderías del circo y era el momento culminante de la fiesta.
Hoy, 2000 años después, Bolivia tiene a un gobernante cuyo pulgarcito es temible, porque lo maneja imperialmente. Si el pulgarcito lo levanta hacia el cielo, se salvan quienes hayan cometido algún error, es decir, preservan la vida civil y política quienes se hayan arrepentido de desobedecer al Jefe, quienes hayan llegado a la osadía de cuestionar algún dogma del MAS, quienes hayan tenido el atrevimiento inconcebible de pensar y hablar sin antes consultar. Ministros, parlamentarios, embajadores, no tienen derecho a abrir el pico ni a meditar nada que vaya en contra de lo que, afirman, piensa Su Excelencia, el Presidente.
Todos tiemblan ante el pulgar presidencial. Todos doblan la cerviz u observan disimulados, casi de reojo, si el pulgarcito de S.E. no los va a mandar al infierno. El medroso Vicepresidente ya ha dicho que no existen “librepensadores” en el Gobierno, porque sólo se admiten revolucionarios que obedezcan. Es el estalinismo puro. ¡Todo dentro del Partido, nada fuera de él! Es así como, a la diputada Rebeca Delgado, una digna mujer, la han apartado de un plumazo, por pensar y por decir cosas sin mirarle la cara al Jefe.
El pulgar del Presidente está en el TIPNIS, las cárceles, los ayllus, sindicatos y gremios. Es todopoderoso. Irrefutable. Soberbio. ¿Habrá alguien en el futuro que se atreva a escribir una historia para niños sobre este Pulgarcito andino?

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