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jueves, 10 de enero de 2013



Fórmula simple victimizarse y autoexculparse

Mauricio Aira

Cuando Los Tiempos explicó el nuevo giro en el caso de la red de abogados extorsionistas ofrecido por el presidente Morales lanzó su afirmación “el imperio convierte el caso en una agresión” lo que calificó la recurrencia repetida de atribuir todos los males a una conspiración urdida por los EEUU y ejecutada por la CIA (su central de inteligencia) con ayuda de infiltrados y resentidos, sin dejar de mencionar a los medios “dóciles instrumentos a su servicio”. En su momento celebramos que LT nos diera la luz al identificar la fórmula que sigue siendo recurso psicológico para liberarse de sus culpas, que consiste en la auto exculpación y el victimismo.
Cuán acertado el editorialista, porque nos permite repasar los hechos desde aquel enero del 2006, política y socialmente inaceptables y que el presidente explicó justamente por el método explicado “no he sido yo, han sido los otros” o sea siempre que sucedieron acciones violentas con resultado de muertos, muchas veces, como es el caso de Christian Urresti, el joven estudiante sacrificado por una turba amorfa, en pleno centro de Cochabamba, un 11 de enero, cuando los ciudadanos habían salido a calles y plazas a expresar su oposición al asedio que soportaban desde hacía varios días.
Somos el blanco de la conspiración permanente del Imperio, no tolera nuestra revolución y somos un mal ejemplo ante el mundo, somos víctimas de todo el odio capitalista, repitió poco después el ministro Quintana. “Tenemos documentos para probarlo y nos vamos a dirigir a Obama” lo que ratifica la visión que citamos de LT, presentan a Bolivia, al régimen imperante, al proceso que llaman de cambio, como víctima a la que se quiere matar, asesinar con alevosía, quitarle la vida. Demás está añadir que en los 7 años siempre se ofrecieron las pruebas que nunca se mostraron.
Luego de la identificación, diremos mejor, la precisión del fenómeno psico-social, otros medios y notables columnistas se han referido al mismo. “El caso de la red de extorsión, bajo la disculpa de tratarse de -asunto de Estado- parece haber agotado el repertorio discursivo que exalta y vacuna al líder de los sinsabores del poder. La gran mayoría comienza a reconocer la condición falible de su presidente” (Erika Brockmann.LT) la corrupción y ausencia de justicia han superado la capacidad del presidente Morales y de su Gobierno, probado que está que soluciones improvisadas o “la intervención divina” los hacen tan vulnerables como los opositores, o los capitalistas.
La enfermedad del “prorroguismo” alentada por caudillos de doble filo, si bien pueden mantener cierta dosis de unidad, impiden el desarrollo del Estado de Derecho, de las leyes y el respeto a una CP que está por encima de las personas, así se trate de líderes diversos. No es posible olvidar décadas  de vigencia democrática, de una vivencia fraterna, ni de ceder el sagrado derecho a la libertad a cambio de promesas vanas, cien veces incumplidas. (El Día. SC)
Tomar en cuenta que si gobiernan es debido a la bonanza  caída de arriba y que les permite dar y repartir a manos llenas, comprar y malgastar.  La mayoría de los caudillos, al menos los que están gobernando ahora, son producto de la pignoración de los recursos naturales. Reiterar que tienen por consigna, conservar  el poder,  aún en pacto con el diablo sin escatimar esfuerzos para apuntalar el aparato represor ante amenazas como las que precisamente está viviendo Venezuela, un país cuya economía ha sido desmantelada y donde la inflación, la devaluación y el desabastecimiento pueden ocasionar un colapso, especialmente cuando como hoy 10 de enero, han colocado a la República  al margen de la constitucionalidad abriendo el sendero para encontrar soluciones que nadie desea. La mayoría de los caudillos, al menos los que están gobernando ahora, son producto de la situación de bonanza económica que le ha caído de arriba y que les permite dar y repartir a borbotones, comprar y malgastar sin medir las consecuencias futuras. La prioridad es mantenerse en el poder a como dé lugar y para ello no escatiman esfuerzos para apuntalar el aparato represor ante amenazas como las que precisamente está viviendo Venezuela, un país cuya economía ha sido desmantelada y donde la inflación, la devaluación y el desabastecimiento pueden ocasionar un colapso.





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