Fórmula simple victimizarse y autoexculparse
Mauricio Aira
Cuando Los
Tiempos explicó el nuevo giro en el caso de la red de abogados extorsionistas
ofrecido por el presidente Morales lanzó su afirmación “el imperio convierte el
caso en una agresión” lo que calificó la recurrencia repetida de atribuir todos
los males a una conspiración urdida por los EEUU y ejecutada por la CIA (su
central de inteligencia) con ayuda de infiltrados y resentidos, sin dejar de
mencionar a los medios “dóciles instrumentos a su servicio”. En su momento
celebramos que LT nos diera la luz al identificar la fórmula que sigue siendo
recurso psicológico para liberarse de sus culpas, que consiste en la auto
exculpación y el victimismo.
Cuán
acertado el editorialista, porque nos permite repasar los hechos desde aquel
enero del 2006, política y socialmente inaceptables y que el presidente explicó
justamente por el método explicado “no he sido yo, han sido los otros” o sea
siempre que sucedieron acciones violentas con resultado de muertos, muchas
veces, como es el caso de Christian Urresti, el joven estudiante sacrificado
por una turba amorfa, en pleno centro de Cochabamba, un 11 de enero, cuando los
ciudadanos habían salido a calles y plazas a expresar su oposición al asedio
que soportaban desde hacía varios días.
Somos el
blanco de la conspiración permanente del Imperio, no tolera nuestra revolución
y somos un mal ejemplo ante el mundo, somos víctimas de todo el odio
capitalista, repitió poco después el ministro Quintana. “Tenemos documentos
para probarlo y nos vamos a dirigir a Obama” lo que ratifica la visión que
citamos de LT, presentan a Bolivia, al régimen imperante, al proceso que llaman
de cambio, como víctima a la que se quiere matar, asesinar con alevosía,
quitarle la vida. Demás está añadir que en los 7 años siempre se ofrecieron las
pruebas que nunca se mostraron.
Luego de la
identificación, diremos mejor, la precisión del fenómeno psico-social, otros
medios y notables columnistas se han referido al mismo. “El caso de la red de extorsión,
bajo la disculpa de tratarse de -asunto de Estado- parece haber agotado el
repertorio discursivo que exalta y vacuna al líder de los sinsabores del poder.
La gran mayoría comienza a reconocer la condición falible de su presidente” (Erika
Brockmann.LT) la corrupción y ausencia de justicia han superado la capacidad del
presidente Morales y de su Gobierno, probado que está que soluciones
improvisadas o “la intervención divina” los hacen tan vulnerables como los
opositores, o los capitalistas.
La enfermedad
del “prorroguismo” alentada por caudillos de doble filo, si bien pueden
mantener cierta dosis de unidad, impiden el desarrollo del Estado de Derecho,
de las leyes y el respeto a una CP que está por encima de las personas, así se
trate de líderes diversos. No es posible olvidar décadas de vigencia democrática, de una vivencia
fraterna, ni de ceder el sagrado derecho a la libertad a cambio de promesas
vanas, cien veces incumplidas. (El Día. SC)
Tomar en
cuenta que si gobiernan es debido a la bonanza caída de arriba y que les permite dar y
repartir a manos llenas, comprar y malgastar.
La mayoría de los caudillos, al menos los que están gobernando ahora,
son producto de la pignoración de los recursos naturales. Reiterar que tienen
por consigna, conservar el poder, aún en pacto con el diablo sin escatimar
esfuerzos para apuntalar el aparato represor ante amenazas como las que
precisamente está viviendo Venezuela, un país cuya economía ha sido
desmantelada y donde la inflación, la devaluación y el desabastecimiento pueden
ocasionar un colapso, especialmente cuando como hoy 10 de enero, han colocado a
la República al margen de la
constitucionalidad abriendo el sendero para encontrar soluciones que nadie
desea. La mayoría de los caudillos, al menos los que están gobernando ahora,
son producto de la situación de bonanza económica que le ha caído de arriba y
que les permite dar y repartir a borbotones, comprar y malgastar sin medir las
consecuencias futuras. La prioridad es mantenerse en el poder a como dé lugar y
para ello no escatiman esfuerzos para apuntalar el aparato represor ante
amenazas como las que precisamente está viviendo Venezuela, un país cuya
economía ha sido desmantelada y donde la inflación, la devaluación y el
desabastecimiento pueden ocasionar un colapso.
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