Ha causado estupor la resolución del Tribunal Departamental Electoral (TDE) de Beni, mediante la que declaró improbada la denuncia contra la candidata a la Gobernación del Movimiento Al Socialismo (MAS), Jessica Jordan, por falta de pruebas de su presencia en actos de entrega de obras del Gobierno.
Ha llegado a tanto lo inverosímil del fallo, que incluso en las filas oficialistas ha provocado asombro. Tanto es así que, previendo que el TDE no se atrevería a llegar tan lejos en su toma de partido, los responsables de la campaña masista ya ensayaban diferentes fórmulas para sobrellevar el fallo adverso que hasta ellos veían venir.
Al actuar de ese modo, tan franca y abiertamente parcializado a favor de la fórmula oficialista, el árbitro de la contienda electoral beniana se ha despojado a sí mismo de la confianza indispensable para que sus actos sean dignos de reconocimiento. Es que ha sido –y sigue siendo– tan franca y abierta la inversión de multimillonarios recursos estatales en la campaña electoral de Jordan, y tan profusa la difusión de esa conducta a través de todos los medios de comunicación gubernamentales, que no hay manera de alegar “falta de pruebas” sin caer en el ridículo. Y a ese extremo ha llegado el TDE beniano al fingir una ceguera en la que nadie puede creer.
Paradójicamente, es probable que el más perjudicado por esa conducta del árbitro de la contienda electoral sea el partido oficialista, pues innecesariamente hace caer una sombra de duda sobre la legitimidad de los resultados que dentro de un par de semanas arrojen las urnas.
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