El 6 de febrero del año que corre, en Sin letra chica aseguré que el Tribunal Constitucional validaría la re-relección del presidente Morales, lejos de sospechar siquiera que para tal efecto iba a convertirse en el Registro Civil y el cura de bautizo del Estado Plurinacional en su año 1. No otra cosa significa la sentencia que “reconoce” que el Estado Plurinacional es prácticamente otro país que comienza a contar desde el comienzo (solo falta que nos aseguren que vivimos el año 1 de la era de Evo –algo parecido a lo que hizo Mussolini; hasta en eso se parecen).
Pero, el tema de este artículo no es ese, sino tratar de establecer si Evo Morales tiene rival enfrente, más grande que ‘ninguno’; es decir, si hay una posibilidad de que aparezca, entre este año y diciembre de 2014, una realidad política alternativa a la candidatura oficial, que vaya más allá del eslogan ‘opositor o anti-Evo’. Esto solo sirve para que unos cuantos se den el gusto de decirlo, pero no enamora a la gente que terminará depositando su voto en el ánfora.
Es un desafío difícil, evidentemente; Evo Morales es una realidad política y, en sí mismo, encara un proyecto inacabado (tengo la impresión de que no sabe cómo continuarlo, siquiera). Posee una maquinaria electoral poderosísima a la que hay que anteponerle ideas concretas, demostraciones palpables de unidad y, sobre todo, el convencimiento de que se cuenta con un proyecto de gobierno que, siendo al mismo tiempo alternativo, no tire por la borda lo que se ha avanzado en materia social, o, lo que es peor, lo que el pueblo está convencido de haber avanzado, que no es lo mismo.
Capriles, en la segunda elección (frente a Maduro), puede ser una muestra de lo que se debe hacer. Para eso la oposición venezolana transitó mucho más camino; probaron varias alternativas, tuvieron el tiempo de madurar un proyecto que en Bolivia no se ve posible; tampoco se puede decir que es imposible, pero, ellos tuvieron el tiempo que no tiene la oposición boliviana. En Venezuela se hizo posible la Unidad; acá deben trabajar “la unidad posible”; tengo la impresión de que el tiempo no da para más. No es tarea fácil y, lo peor para los opositores, es que es sin ‘llore’. Las cartas están sobre la mesa
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